sábado, 12 de marzo de 2016

¿Qué tan bueno es tu smartphone para seguir deportes?

En muchas oportunidades me han entregado un teléfono inteligente para que le instale una aplicación de seguimiento deportivo y lo empareje a un sensor de frecuencia cardíaca. Y sus dueños, en general poco afectos al conocimiento de la tecnología, me han entregado estos teléfonos como si fuesen verdaderas gemas tecnológicas o estuviesen en condiciones de ayudarlos a seguir su performance deportiva. Lo cierto, en cambio, es que en la mayoría de los casos me entregan teléfonos que carecen del poder de computo o el grueso de las características que demanda la moderna tecnología de seguimiento deportivo. Teléfonos con Bluetooth clásico que pretenden ser emparejados con sensores de FC que solo admiten BTLE o ANT+; aparatos cuyas especificaciones se encuentran desabordadas o cuyas aplicaciones y servicios se encuentran desactualizados.

En los casos en que el seguimiento deportivo que se pretende es más bien recreativo; desde luego, lo primero que se hace es borrar todo el software basura que bajaron sus propietarios hasta que apareció el icono con el disco blanco (en Android) informando que ya no había memoria suficiente en el dispositivo. Algo que la mayoría de los usuarios, sabemos, pretenden resolver comprando una tarjeta de memoria más grande; pero que casi nunca ayuda a resolver el verdadero problema: la cortedad de los fabricantes para dotar a estos dispositivos de una memoria interna decente y la desprolijidad a la hora de adaptar Android a sus equipos. 

En esto, sabemos, Motorola empieza a marcar la pauta. Ofreciendo -gracias a Dios- cada vez menos modelos de teléfonos y un sistema operativo Android casi sin modificaciones. Lo cual, advertimos, no solo mejora significativamente el rendimiento del teléfono en general; sino que ayuda mucho con el ridículo consumo de batería que habitualmente ostentan los sistemas operativos modificados por el fabricante primero y luego por las empresas telefónicas que comercializan estos teléfonos. Prestadoras que no satisfechas con vender cachivaches con casi nula memoria interna, saquean además parte de esta memoria interna para colarnos aplicaciones no solicitadas que solo pueden desinstalarse volviéndose usuario root. 

Por ello, pues, lo primero que sugerimos a la hora de utilizar un teléfono inteligente como monitor de actividad deportiva, es que se trate de un teléfono decente. Es decir: que no carezca de un procesador rápido, materiales de construcción livianos y cuya memoria interna no sea inferior a los 16 GB. Asimismo, huelga aclarar, que este teléfono no debe estar desbordado de aplicaciones. Ya que no sólo no podremos escuchar música, seguir la actividad deportiva y emparejar sensores; sino que difícilmente podamos recibir llamadas o mensajes mientras ejercitamos. Con lo que estaríamos anulando la función principal de un teléfono, sin llegar a satisfacer acabadamente esta finalidad secundaria del aparato como dispositivo de seguimiento de actividad física. 

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